Bienvenidos/as a AEXPE. La espondiloartritis anquilosante puede ser una enfermedad debilitante que se manifiesta principalmente con lumbalgia crónica y rigidez, y también puede acompañarse de artritis, inflamación ocular y/o del tubo digestivo. Son una familia heterogénea de enfermedades reumáticas interrelacionadas. La espondilitis anquilosante es la más frecuente de todas las espondiloartritis. Se trata de una enfermedad inflamatoria crónica, que afecta fundamentalmente a las articulaciones de la columna vertebral. La padecen generalmente personas jóvenes y, especialmente, hombres entre los 15 y 25 años. En las mujeres suele ser más leve y, por ello, muchas veces es más difícil de diagnosticar. + Info en CEADE Coordinadora Española de Asociaciones de Espondiloartritis

viernes, 18 de mayo de 2012

UN DOLOR EN CONSTANTE CAMBIO

Según la doctora Fitzcharles y sus colaboradores, "los mecanismos dolorosos se encuentran en un estado constante de cambio…, algo que se conoce como la plasticidad del sistema nervioso". El hecho de que el dolor reumático sea generalmente crónico es lo que contribuye a esta plasticidad. "Esta compleja interacción entre todos los neurotransmisores que estimulan la sensación dolorosa desde las articulaciones y los impulsos que la inhiben desde el sistema nervioso central, dan como resultado la percepción final del dolor".

Como el dolor reumático viaja desde las articulaciones al cerebro por fibras nerviosas de conducción lenta, la percepción que tiene el paciente es más la de un dolor persistente y sordo que algo agudo y punzante. También desde el sistema nervioso central se envían impulsos nerviosos que modulan la percepción dolorosa a través de una vía donde los neurotransmisores son opioides y cannabinoides producidos por el propio organismo.

Este sistema que utiliza moléculas similares a los derivados de la morfina es la que explica por qué algunas estrategias como la relajación, la meditación, la distracción o la hipnosis pueden contribuir a mejorar el dolor. También por esta vía actuaría la respuesta a un placebo (una sustancia inactiva que es capaz de mejorar un síntoma).
También la inflamación articular que se produce en las enfermedades reumáticas parece contribuir a la percepción del dolor. Parece que la inflamación es capaz de activar fibras nerviosas que habitualmente se encuentran dormidas. De hecho, se ha calculado que casi un tercio de las vías nerviosas que transmiten el dolor lo hacen por este mecanismo inflamatorio.

Otro reciente descubrimiento han sido los mecanismos moleculares que subyacen a la influencia del estado psicológico sobre la percepción del dolor. Tanto el estrés como la depresión son capaces de aumentar la producción de sustancias pro-inflamatorias en el paciente reumático.

Fuente: www.elmundo.es

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