Actualmente no existe ningún tratamiento que cure por completo la espondilitis anquilosante, y el objetivo es mejorar la calidad de vida del paciente empleando fármacos y técnicas de rehabilitación para reducir la inflamación de las articulaciones, evitar que la columna se anquilose, mejorar la movilidad y suprimir el dolor.
- Antiinflamatorios: el paracetamol, la indometacina y el ibuprofeno evitan la inflamación y el dolor de forma simultánea. Se deben pautar al paciente de manera continuada durante varios años a la mínima dosis eficaz. Pueden provocar daños en la pared del estómago, por lo que conviene asociarlos con un protector gástrico.
- Corticoides: suelen ser de utilidad para inflamaciones que no responden de forma adecuada a los antiinflamatorios convencionales.
- Sulfasalazina: tiene mejor efecto en articulaciones periféricas, evitando que la enfermedad progrese. Este fármaco es muy empleado en enfermedades articulares porque presenta pocos efectos adversos (entre los que se encuentran vómitos, dolor de cabeza, y que tiñe la orina de un tono anaranjado).
- Ejercicios: es conveniente realizarlos para prevenir la rigidez en las articulaciones, así como para mejorar la expansión del tórax y, con ello, la función respiratoria. Estos ejercicios se iniciarán en un centro de rehabilitación, con el objetivo de que el paciente los repita después en su domicilio. El reposo está contraindicado debido a la propensión de esta enfermedad a producir anquilosis articular. En los casos en los que el diagnóstico correcto llega demasiado tarde, el reposo absoluto en cama puede degenerar en una rigidez casi irreversible.
- Cirugía: la artroplastia en la articulación de la cadera tiene unos resultados muy favorables, y permite al paciente desenvolverse con independencia.
Fuente: http://www.webconsultas.com
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