La espondilitis anquilosante comienza de forma paulatina, con síntomas de intensidad leve que persisten durante varios años, y que aparecen y desaparecen por temporadas. Los síntomas varían de una personas a otra y en muchos casos se tarda entre uno y tres años en alcanzar un diagnóstico correcto. Los pirmeros síntomas consisten en dolor y sensación de rigidez lumbar, o dolor en nalgas y cara posterior de los muslos, y en un principio estos dolores pueden simular una ciática.
El dolor aparece cuando el paciente se encuentra en reposo y mejora con la actividad física y, de forma característica, es de mayor intensidad entre las 3 y las 5 de la madrugada, por lo que el afectado se despierta durante la noche y se ve obligado a levantarse de la cama y andar por la habitación durante unos minutos, con lo que consigue aliviar las molestias.
En el inicio de la enfermedad la exploración física es normal, los dolores son moderados, y los músculos se contracturan con facilidad. Con el tiempo la columna pierde flexibilidad y tiende a volverse rígida a consecuencia del crecimiento adicional del hueso y la fusión de las vértebras. La rigidez y el dolor pueden extenderse a la columna dorsal y el cuello.
Con el paso de los años el paciente va adquiriendo una postura característica (denominada “flecha de Forestier”) con la parte inferior de la columna recta, y la parte superior acentuada hacia delante. Las articulaciones pueden llegar a quedarse rígidas y sin movilidad, es decir, que se anquilosan en una posición específica.
Pueden aparecer también dolores por inflamación en las articulaciones de las caderas, las rodillas, los tobillos o los hombros, así como en zonas próximas al hueso, como ligamentos y tendones.
Manifestaciones extraarticulares de la espondilitis anquilosante
- Uveitis anterior: es una de las más habituales. Se manifiesta como dolor, molestias a la luz, lagrimeo y visión borrosa. Precisa atención oftalmológica, pero cura sin secuelas.
- Afectación cardiovascular: es poco frecuente, pero se puede producir insuficiencia aórtica por inflamación de las paredes arteriales.
- Manifestaciones pleuropulmonares: fibrosis pulmonar que da lugar a infecciones por hongos.
- Manifestaciones neurológicas: luxaciones vertebrales y compresión de raíces nerviosas.
- Manifestaciones genitourinarias: la más frecuente es la prostatitis.
- Osteoporosis: puede favorecer la aparición de fracturas.
Fuente: http://www.webconsultas.com
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