Bienvenidos/as a AEXPE. La espondiloartritis anquilosante puede ser una enfermedad debilitante que se manifiesta principalmente con lumbalgia crónica y rigidez, y también puede acompañarse de artritis, inflamación ocular y/o del tubo digestivo. Son una familia heterogénea de enfermedades reumáticas interrelacionadas. La espondilitis anquilosante es la más frecuente de todas las espondiloartritis. Se trata de una enfermedad inflamatoria crónica, que afecta fundamentalmente a las articulaciones de la columna vertebral. La padecen generalmente personas jóvenes y, especialmente, hombres entre los 15 y 25 años. En las mujeres suele ser más leve y, por ello, muchas veces es más difícil de diagnosticar. + Info en CEADE Coordinadora Española de Asociaciones de Espondiloartritis

sábado, 2 de junio de 2012

TERAPIAS NO FARMACOLÓGICAS

Todo paciente reumático debe ser manejado de forma individual considerándolo como un ser biopsicosocial con características únicas y diferentes a las de otro paciente con la misma enfermedad. El control del dolor de un sujeto puede requerir una reducción de su ansiedad (mediante relajación, meditación o fármacos), mientras que otro puede beneficiarse de una prótesis.

En teoría, todos los pacientes deberían disponer de la posibilidad de realizar una fisioterapia y terapia ocupacional personalizada, si bien es algo utópico en la práctica diaria. Sin embargo, estrategias simples como "educación para el auto-cuidado, una explicación cuidadosa de la enfermedad, estimular la actividad y el ejercicio o eliminar los miedos injustificados, son tan importantes como lo puede ser un fármaco", señalan los autores.

Ejercicio

Los beneficios del ejercicio más o menos continuado están claramente demostrados en los procesos reumáticos. La actividad regular mejora el tono muscular y estabiliza el aparato musculoesquelético. Además el ejercicio físico aumenta la producción de opioides endógenos (endorfinas) que reducen la sensación dolorosa. También mejora la salud mental y la sensación de bienestar.

Terapias monitorizadas

La relajación, la meditación, la hipnosis, el masaje o la estimulación nerviosa transdérmica son terapias complementarias aplicadas por un profesional que parecen reforzar los impulsos mitigadores del dolor que se envían desde el cerebro. Sin embargo, la eficacia de estas modalidades está todavía por demostrar científicamente.

Terapias manuales

El masaje, la acupuntura, la osteopatía y otras maniobras aplicadas con las manos parecen mejorar el dolor a nivel de la médula espinal. Aunque muchos de estos tratamientos son defendidos por muchos, existe poca evidencia científica que los respalde.

Productos dietéticos y de herbolario

Estos remedios naturales de amplia aceptación pública están ya integrándose en el manejo de las enfermedades reumáticas, aunque casi ningún médico las prescribe. Tampoco suele haber estudios científicos rigurosos que las avalen, pero sí existen pruebas crecientes de que tienen efectos moduladores del dolor y antiinflamatorios. El aceite de onagra, la uña del diablo, la capsaicina o el aceite de aguacate tienen probablemente un efecto analgésico real.
Algunos estudios han demostrado que los ácidos grasos omega 3 tienen efectos antiinflamatorios y su introducción en la dieta puede ayudar a disminuir los requerimientos de fármacos en pacientes con artritis reumatoide.

Fuente: www.elmundo.es

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