El anestesiólogo debe orientar la conducta anestésica de acuerdo con el grado de comprometimiento del paciente, previamente evaluado, y debe estar centrado en cuatro aspectos principales: grado de comprometimiento de las vías aéreas superiores; presencia de estándar restrictivo pulmonar; grado de comprometimiento cardíaco; y acceso al neuroeje. En la evaluación de los pacientes con EA, la atención debe ser dirigida al grado de movilidad cervical residual. Los pacientes en estados iniciales, o con enfermedad no progresiva, pueden conservar una buena movilidad.
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